Claro que te echo de menos, pero no a ese capullo que me hizo llorar, echo de menos al imbécil que me hacia reír,
a ese que me regalo una estrella aquella noche tumbados en un banco, borrachos
de felicidad, al que con un sencillo, y simple te quiero, hacía que las
mariposas arrasaran con mi estómago. A ese al que creía aún cuando todo el
mundo me decía que no lo hiciese, a ese que le daba brillo a mi mirada, al que
me hizo encontrarme después de estar tanto tiempo perdida, el que me decía mil
veces lo guapa que estaba. Echo de menos a ese idiota con mentalidad de un crío
de ocho años, él que me abrazo aquella tarde de Agosto mientras las
lágrimas surcaban por mis mejillas. Ese, el que me hacia reirme hasta cuando el
mundo parecía derrumbarse por completo, el que era tan especial, el que era tan
despreocupado del mundo que nunca se tomó nada en serio... ni siquiera a mí.
"Mario Bros cruzó ocho mundos por su
princesa, y tú no eras capaz ni de abrir la ventanilla del chat para
hablarme".
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